2019-03-22 21:01
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Ella.
Tenía pesadillas en las ojeras,
demasiadas tristezas metidas en la maleta que jugaban a vestirse de sonrisas.
A veces se pintaba los labios,
pensaba que así a lo mejor la vida tornaba más colorida.
Tenía unos ojos preciosos.
Lástima que hubiesen aprendido a brillar tristes.
Era capaz de mirarte y atravesarte por dentro.
De encontrar tus agujeros
pero nunca quería contarme los suyos.
Era guapa.
Era guapa y no se sentía.
Veía en el espejo más sombras que luces.
Le gustaba dormir bajo el cielo estrellado
y soñaba con ser una de esas estrellas
que escapaban fugaces.
Aún no lo sabe,
pero para mí es una de ellas, aunque no por fugaz
ni por perdida,
sino por brillante.
A veces desaparece del mapa y me gustaría saber si sigue sin encontrarse.
Canta bajito,
tiene miedos bailando con ella una canción
que no sabe como sacar de su cabeza.
Si supiera apagar
ya estaría encendiendo sus sueños.
Decía que no quería que nadie le viera cuando se convertía en mar, sé que necesitaba alguien que fuese tierra,
que no se fuese.
De vez en cuando me transformaba en mar por ti.
Odiaba las noches porque se sentía luna menguante.
Sola.
Fría.
Ojalá pudiera abrazarle para hacerle sentir creciente.
Esto tampoco lo sabe,
pero es el sol de verano para todos los que le han conocido.
Reparte tanto amor
que a veces hasta a ella le falta.
Y yo
quisiera coserle las ganas de vivir para que nunca se le escapen.
Quisiera ver sus fotos y saber que su sonrisa es más que el silencio que guarda para no romperse.
Quisiera tener preparado el salvavidas
para que nunca se hunda.
Y quisiera que nunca se sintiera titanic,
porque nunca será buen barco si no aprende a enamorarse de las olas.
Porque lo único que deberá perderse en el fondo del mar
son sus temores.
Y si no
yo tengo suficientes flotadores.